El Miedo…

El miedo, ese freno que nos impide abrirnos a la vida como quisiéramos… desde que nacemos comienza a socavar nuestra existencia, se presenta como una inocente palabra, usada para enseñarnos a vivir, como se debe. Y ahí queda sembrada la semilla, semilla que germina como un verbo y que va dando sus “frutos”… los límites de nuestra existencia, frenando muchos de nuestros sueños, guiando muchos de nuestros pasos, limitando muchas decisiones, ahogando muchos de nuestros anhelos… tanto es su poder que incluso es capaz de hacernos creer que somos débiles ocultando frente al espejo nuestro real poder…
Y cuando “nos damos cuenta” comenzamos nuestra lucha contra él. Pero la semilla ya es un árbol, fuerte y robusto, que con sus ramas sombrea nuestro camino, que incluso a veces aparece como un amigo, que nos ayuda a ocultar nuestras debilidades…
Pero cobra su precio, sus raíces requieren de nuestra energía para nutrirse y nos ahoga, nos quita lo más valioso que tiene el ser humano, la libertad, cansando nuestro caminar.
Intentamos arrancarlo, podarlo, camuflarlo, pero sigue ahí, agazapado esperando su oportunidad, como la maleza en nuestro jardín.
Entonces, como combatirlo, si nuestro enemigo duerme con nosotros…buscando la forma de expresarse incluso en nuestros sueños, transformándolos en pesadillas, de brusco y sudado despertar…
Estrategia debemos aplicar, aprendiendo de él, conociéndolo, identificando su raíz, sintiendo su presencia, vivenciándolo…
Es la única forma de combatirlo, “vivir el miedo, sin miedo”, para aprender a aislarlo y finalmente vencerlo, antes de que domine permanentemente nuestros pasos…. y nuestra vida…